COP30: lo que dejó Belém para el movimiento sindical y por qué nos importa

Una COP que quiso ser de implementación… y terminó siendo de contención La COP30 en Belém venía cargada de expectativa: diez años del Acuerdo de París, presidencia brasileña, Amazonia de fondo, y el discurso repetido de que esta sería “la COP de la implementación”. Para el movimiento sindical, eso significaba —o debía significar— hablar en serio de transición justa, financiar la reconversión laboral y productiva, proteger a comunidades vulnerables, y poner límite a la expansión fósil. Pero lo que salió de Belém fue más modesto. No es que no haya resultados; hubo algunos importantes, sobre todo en adaptación. Pero en los temas de fondo —finanzas, combustibles fósiles, comercio, deforestación— la cumbre mostró un bloqueo estructural que ya no puede esconderse.

✨Lo más destacado: el “mutirão global”
Brasil presentó un paquete político llamado mutirão global: un intento de juntar los temas más trabados y producir un consenso mínimo. El concepto de mutirão proviene del Tupi-Guaraní y evoca el trabajo colectivo. La metáfora es potente… pero el contenido quedó bastante por debajo de lo necesario.

El mutirão pide triplicar la financiación para adaptación hacia 2035, reconoce que 1.5°C será sobrepasado y debe limitarse el “rebasamiento” y lanza dos iniciativas voluntarias —no obligatorias— para acelerar acciones climáticas.

Para los trabajadores, esto deja una sensación ambivalente: hay reconocimiento del problema, pero no hay estructura para resolverlo.

▪ Transición justa: el reconocimiento sin poder
La COP30 aprobó un mecanismo de transición justa. Pero atención:no es vinculante,

  • no tiene financiamiento propio,
  • no exige participación sindical,
  • y no cambia el desequilibrio entre países.

Es un paso político, sí, pero todavía no es una herramienta real. Si la transición justa quiere ser algo más que un slogan inspirador, necesita institucionalidad, plata, derechos y participación. Nada de eso está todavía garantizado.

Y el documento base que analizamos es muy claro: los sindicatos fuimos una de las pocas voces que hablaron del empleo y de la brecha entre discurso y realidad. El resto sigue mirando los números globales, pero no quién paga los costos.

▪ El gran ausente: los combustibles fósiles
Este fue, sin dudas, el punto más frustrante.

No hubo acuerdo para una hoja de ruta para salir de los combustibles fósiles.
No hubo lenguaje que hable de eliminación ordenada.
No hubo vínculo entre 1.5°C y reducción sectorial.

La presidencia anunció que va a trabajar el tema por fuera de la COP, junto con Colombia y Países Bajos, para presentar una propuesta en la COP31. Pero este movimiento —sacar el corazón del problema fuera del proceso multilateral— deja un vacío político. Es el síntoma más claro de la incapacidad del sistema para regular aquello que genera el problema.

▪ Deforestación: misma historia, distinto sector
Las expectativas para una hoja de ruta contra la deforestación eran altas, más aún en la Amazonia. Sin embargo, tampoco hubo resultado formal. Otra vez, la promesa quedó para el año que viene, fuera de la agenda negociada.


▪ Adaptación: la parte más sólida del paquete
Aquí sí hubo avances concretos:

  1. Se aprobó un conjunto inicial de indicadores del Objetivo Global de Adaptación.
  2. La decisión del mutirão pide triplicar la financiación para adaptación (aunque recién para 2035).
  3. Se reconoce que la brecha financiera es crítica: los países desarrollados aportaron apenas USD 26 mil millones en 2023, lejos de lo prometido.

Para los trabajadores de sectores esenciales —salud, ambiente, gestión de residuos, energía, agricultura, logística— esto no es un debate técnico: es la diferencia entre tener condiciones de trabajo dignas frente a eventos extremos o quedar expuestos.

▪ Finanzas: el bloqueo estructural
El eje más conflictivo fue el financiamiento climático.

El Sur global reclamó previsibilidad, cumplimiento del Artículo 9.1 del Acuerdo de París y respeto al principio de responsabilidades diferenciadas. Los países desarrollados resistieron toda obligación nueva.

El resultado:

  1. Nada estructural sobre financiamiento predecible.
  2. Nada nuevo sobre compensación para pérdidas y daños que cambie el panorama.
  3. Continuidad mínima en las comunicaciones financieras.
  4. Un nuevo diálogo (de Veredas) para discutir alineamiento financiero… hasta 2028.

En otras palabras, el debate central quedó postergado

Mercados de carbono: riesgo de contaminación del sistema

La decisión del Artículo 6.4 permite incorporar hasta 760 millones de toneladas de CO₂ en créditos heredados del Protocolo de Kioto. La mayoría no serían adicionales.

Esto pone en riesgo la integridad del sistema y favorece a los mercados por sobre la reducción real. Desde el punto de vista sindical, significa una transición “contable”, no una transición socioecológica.

▪ Movilización social: la calle volvió a entrar en la COP
Belém fue la primera COP desde 2021 con protestas masivas afuera de la zona de negociaciones.
70.000 personas marcharon reclamando justicia climática, derechos indígenas y protección de la Amazonia.
También hubo tensiones por el acceso indígena a la Zona Azul y choques con seguridad.

La distancia entre el proceso oficial y los pueblos sigue siendo enorme, pero la calle recuperó su voz.

¿Qué significa esto para el sindicalismo?

  1. No hay transición justa sin sindicatos en el centro del proceso.
    El mecanismo creado en la COP no nos garantiza lugar: debemos ocuparlo.
  2. La pelea por financiamiento es una pelea por empleo.
    Sin recursos, no hay reconversión productiva ni protección social.
  3. El futuro del trabajo está en disputa en las COP.
    Medidas comerciales, mercados de carbono, digitalización del sector energético, financiamiento verde: todo eso incide en nuestra vida laboral.
  4. La ausencia de una hoja de ruta fósil es una alerta roja.
    No es un debate ideológico: es un debate sobre seguridad laboral, salud pública y futuro económico.
  5. La movilización importa.
    La vuelta de las protestas masivas mostró que sin presión social el multilateralismo no se mueve.

 
Conclusión: Belém deja más preguntas que respuestas
La COP30 no resolvió los dilemas estructurales del proceso climático.
Los avances en adaptación son importantes, pero lo que falta es decisivo: financiamiento, fósiles, deforestación, justicia climática, participación laboral efectiva.

Como movimiento sindical, nuestra tarea es clara:

  1. seguir empujando por una transición justa con derechos y financiamiento,
  2. defender a los trabajadores en los sectores más expuestos,
  3. y ocupar los espacios multilaterales con propuestas, capacidad técnica y visión política.

Belém no cerró la puerta. Pero nos recuerda que, si no la empujamos nosotros, nadie va a abrirla.